martes, 23 de noviembre de 2010

Tolerancia y Confianza en uno mismo. COMPLEJO DE INFERIORIDAD

Después de leer varios artículos, he encontrado uno bastante completo y no demasiado extenso sobre uno de los complejos más comunes en todas las personas, el sentimiento de inferioridad.
Se trata de un artículo escrito porTrinidad Aparicio Pérez, psicóloga especialista en infancia y adolescencia, para la revista online de salud Puleva Salud. (www.pulevasalud.com)

 


¿Qué es el complejo de inferioridad?
El complejo de inferioridad es un sentimiento que una persona tiene con respecto a los demás cuando se siente permanentemente menos que ellos, aunque no exista una razón aparente que justifique este sentimiento. Este estado provoca un conjunto de comportamientos, actitudes y conductas a través de las cuales queda patente un sentimiento de inferioridad respecto al resto de las personas.

Las personas que tienen este complejo se sienten infelices. El convencimiento de que no van a estar a la altura de una situación determinada les produce un gran sufrimiento.
Quien lo sufre se siente constantemente inseguro en muchas situaciones o con determinadas personas. Pensar que tienen que realizar aquella actividad o de tener que estar con esas personas les genera una gran tensión y un enorme deseo de huida.

¿Cómo surge este complejo?

En ocasiones, surge como consecuencia de haber sufrido un fracaso, de carácter amoroso, profesional, académico, familiar, etc. También puede surgir cuando se vive en un ambiente familiar destructivo donde el rechazo hacia los hijos queda patente, donde se castiga y regaña injustamente y donde en vez de valorar se ridiculiza y se humilla.

¿Quién tiene complejo de inferioridad?

Los síntomas más frecuentes son:

- Personas que se sienten insignificantes, pequeñas ante los demás, muy tímidas. Suelen infravalorarse y creen que no hacen nada bien.

- Están convencidas de que poseen grandes limitaciones y que, por ello, nunca podrán hacer mejor las cosas o conseguir lo que se propongan.

- Sienten envidia hacia los demás. Consideran que los otros son afortunados porque tienen cualidades que les permiten desenvolverse con facilidad, mientras ellas se sienten fracasadas.
 
- Tienden a apartarse y huir de la mayoría de las personas. Se sienten incapaces de afrontar situaciones y no desean estar con personas que les hacen sentirse inferiores.

- Suelen abusar de su autoridad sobre aquellos que por su situación laboral o familiar se encuentran en una situación de desventaja o indefensión frente a ellos.

- Suelen destacar los defectos de otras personas y así resaltar ellos su propia imagen. Sucede que cuando algunas personas aparentemente se muestran superiores a otros, es porque en el fondo subyace un complejo de inferioridad.

 ¿Cómo superarlo?


Una actitud activa y un afán de superación contribuyen a superar el complejo de inferioridad.

Hay que realizar continuos esfuerzos por conseguirlo. Es una continua lucha con la que se van ganando pequeñas batallas.

No podemos compararnos con los demás, ni pensar que son mejores que nosotros. Con esta actitud tan sólo lograríamos sobrevalorar a los otros y perjudicarnos a nosotros mismos infravalorándonos.

No podemos valorarnos por debajo de lo que realmente somos, no viendo nuestras virtudes y destacando nuestros defectos, ni ser excesivamente crítico con nosotros. Ello afecta a nuestras relaciones personales, nos produce más inseguridad y nos hace infelices. Debemos tener un verdadero conocimiento sobre nosotros mismos y poder reconocer lo positivo y lo negativo que hay en nosotros.

Cuando conseguimos algo no podemos pensar que no nos lo merecemos ni que ha sido por casualidad o puro azar y pensar que hemos luchado por ello y nos lo merecemos. Debemos reforzar esa cualidad que poseemos y ha hecho que lo logremos.

Debemos ser conscientes de nuestras limitaciones reales y no proponernos objetivos imposibles de alcanzar.

La actitud de los padres es fundamental para que los hijos superen este complejo o no lleguen a tenerlo. Deben mostrar afecto hacia sus hijos, reconocerles aquello que hacen bien, reforzarles los comportamientos positivos, prestarles atención y escucharles siempre con paciencia.

 












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